Uno de los grandes perjudicados de la crisis económica sufrida fue el empleo, que no solo se redujo, sino que además se volvió mucho más precario, gracias a los contratos temporales que hacían que hacer indefinido a un trabajador fuera cosa de otro tiempo. Esto desembocó en una situación de inestabilidad laboral, en la que el trabajador se encontraba que en tres o seis meses no iba a tener trabajo.