El ser humano tiende a juzgar y, como bien dice el refranero español, la primera impresión es lo que cuenta. Por eso numerosos estudios intentan desmigajar en qué basamos esa primera impresión y qué es lo más importante a tener en cuenta. Sabemos que el atractivo es primordial, pero también la personalidad y la moral. La imagen nos basta para decidir, a la mayoría de nosotros, si la persona que tenemos delante es honrado o no, si es confiable, inteligente o educado y no es algo nuevo que nos hayamos sacado de la manga, es una cuestión evolutiva. La apariencia de cada uno de nosotros da información al resto sobre nuestro estado de salud, el sexo y la psicología.
Ahora bien, ¿nos dejaríamos llevar tanto por esa primera impresión si fuésemos verdaderamente conscientes de lo fácil que es cambiarla de un plumazo? El maquillaje, las cremas, el peinado, la ropa e incluso lo mucho o poco que hayamos descansado la noche anterior puede cambiar la percepción de alguien sobre nosotros. El neurocientífico Arnaud Aubert, de la Universidad François-Rabelais (Francia) ha analizado la semántica de maquillaje para extraer parámetros y determinar tipologías. Se trata de “psicología de la apariencia”, una rama de la ciencia que busca respuestas a preguntas como: ¿qué sucede en nuestra mente cuando juzgamos a alguien por su apariencia? ¿La valoración depende solo del que observa? ¿O existen patrones comunes cuando estimamos cómo es alguien?
Pero no es el único científico que se hace estas preguntas. Nancy Etcoff, una prestigiosa psicóloga de la Harvard Medical School, aseguró, tras realizar un laborioso estudio, que estamos programados para juzgar el libro por la portada, y por eso los rostros más cuidados, con mayor profundidad en la mirada y mejor maquillados, nos parecen los rostros de personas competentes, de confianza y mayor atractivo.
La psicología de la apariencia en España
Psicólogos españoles como Marisa Hernández Torrijo centran gran parte de su terapia, cuando corresponde, tanto en subir la autoestima de sus pacientes como en conseguir que se cuiden externa e internamente, ya que, según muchos estudios, son como un acto reflejo que se influye recíprocamente y, de este modo, el que intenta cuidarse por fuera empieza a verse mejor frente al espejo, algo que aprecian también terceras personas, y empieza a sentirse mejor condigo mismo y con los demás. De igual modo ocurre a la inversa, quien empieza a quererse un poco más a sí mismo tiene más ganas de arreglarse, maquillarse y verse bien ante un espejo y ante los demás.
Debido a ello, muchos expertos animan a los pacientes que cumplen ciertas características, a acudir a centros estéticos que les hagan sentirse mejor por dentro y por fuera. En la clínica de medicina estética Rosa Bonal aseguran que cada día acuden hasta ellos más personas que buscan este tipo de tratamientos estéticos en Salamanca, donde se encuentra su clínica, para sentirse mejor con ellos mismos.
Según algunos expertos, un error muy común en los hombres y mujeres de hoy en día es disimular e incluso borrar las patas de gallo. Esas arrugas expresan una sensación positiva: felicidad, y eso siempre hay que mantenerlo ante cualquier situación de la vida.
Según el experto Arnaud, la zona del triángulo social del rostro (la comprendida por los ojos, nariz y boda) es tan importante que puede inclinar la balanza en una entrevista de trabajo, tanto hacia un lado como hacia el contrario. Un buen maquillaje que disimule granitos o manchas de piel favorece la contratación pues elimina la distracción del entrevistador sobre esas imperfecciones de la piel que podrían favorecer una baja valoración.
Pero no hace falta irse muy lejos para ver cómo índice el aspecto o la apariencia en la sociedad porque en Política todo se mueve por estereotipos. Los de izquierdas, los de derechas, los de centro o los llamados “populistas”, todos se rigen por unos estereotipos que intentan dar valor a su mensaje, una imagen que va acorde con lo que quieren proyectar para que la sociedad les vea como el líder que necesita. Como ejemplo sonado el de Nicolás Sarkozy quien gastó la friolera de 34.400 euros en maquillaje durante un año. Para que luego digan que los hombres no se maquillan…