En un mundo en el que la importancia de idiomas como el inglés, el chino, el japonés o el francés ha crecido exponencialmente durante los últimos años, también existen lenguas que deben pelear por no apagarse. Desafortunadamente, muchas no lo consiguen. Otras, en cambio, pelean para subsistir y permanecer en los vocabularios de todas aquellas personas que viven en el territorio donde se constituyen como oficiales.
Una de esas lenguas es el euskera, que cuenta con una tradición bastante mayor que cualquiera de las lenguas oficiales presentes a día de hoy en la Península Ibérica. En la actualidad, en los territorios de la Comunidad Autónoma Vasca, la Comunidad Foral de Navarra y el País Vasco continental se concentran casi tres millones de personas. Tres millones de potenciales hablantes de un idioma que tienen que ser los principales impulsores de que su lengua perviva en el tiempo.
Desde que era muy pequeño he hablado euskera. Nací y he pasado la mayor parte de mi vida en la vizcaína localidad de Getxo, de donde es la mayor parte de mi familia y antepasados. Constituimos una familia que considero bastante tolerante: hablamos tanto el castellano como el euskera a partes iguales pero somos perfectamente conscientes de qué idioma necesita de una mayor promoción y de un mayor apoyo en la sociedad actual. Por eso nos ha gustado tradicionalmente participar en todo tipo de actos que pongan en escena el valor cultural, social e histórico del euskera.
Cuando comencé a estudiar periodismo en la Universidad del País Vasco empecé a ser verdaderamente consciente de lo importante que era hablar euskera. Fue en esa etapa de mi vida en la que de verdad mostré, por cuenta propia, un interés real en fomentar su valor. Conocí la asociación Azkue Fundazioa, dedicada a la organización de concursos o visitas guiadas a la Casa del Euskera, y decidí tomar parte en varias de sus actividades para poner mi granito de arena en la conservación de otro de nuestros idiomas.
Recientemente he decidido participar en el concurso “Esahera Zaharrak”, que se desarrolla a través de la red social Instagram. Se trata de un evento cuyos principales son los refranes típicos de nuestra lengua, a los que se les quiere dotar de un espacio en dichas redes sociales. De esta manera, se consigue promover el uso del euskera y ampliar los ya muchos conocimientos que tenemos al respecto quienes somos vascoparlantes desde la cuna.
Una organización muy necesaria
La Comunidad Autónoma Vasca es una de las que más está sufriendo el envejecimiento de la población durante las últimas décadas. Este es uno de los motivos que hacen todavía más necesaria esa promoción y esa divulgación de los valores y los conocimientos que tengan que ver con el euskera. Y es que las generaciones jóvenes no pueden quedarse al margen de lo que supone el hecho de poseer un idioma diferente al castellano, que a fin de cuentas dispone de muchos más recursos para llegar a la totalidad de la población vasca o navarra.
Es por eso por lo que la labor de entidades como Azkue Fundazioa es tan elemental. En Euskadi nos sentimos privilegiados al tener como lenguas maternas el euskera y el castellano. Eso enriquece no solo nuestro lenguaje, sino nuestra cultura y, en última instancia y no por ello menos importante, nuestra tolerancia. Participar en actividades que tengan que ver con ellas es siempre importante y es por ello por lo que no me arrepiento en absoluto de haberlo hecho en las de Azkue.
Aún se desconocen los resultados del concurso. Mentiría si dijera que no tengo esos nervios típicos de los momentos previos a conocerse un ganador. Los tres premios que hay en juego (un cheque de 100 euros para gastar en Fnac, la posibilidad de realizar un concurso en Zornotzako Barnetegia y un diccionario de Labayru) constituyen un botín fantástico para mis intereses.