Como buena periodista que soy adoro la fotografía. No quiero decir que a todos los periodistas tenga que gustarnos por narices pero yo personalmente soy una apasionada y creo que viene de profesión porque empecé a darme cuenta del encanto que tiene durante la carrera. Dicen que todos pueden conseguir una buena foto por un golpe de suerte y eso no es verdad, hay que saber muy bien lo que haces y sacar cientos de fotos en algunas ocasiones para conseguir una que realmente sea para enmarcar. Si me pedís recomendaciones os mandaría a haceros un buen book de fotos en Barcelona porque allí creo que está uno de los mejores retratistas del país.
La fotografía tiene una magia que otras artes gráficas no poseen. La pintura, por ejemplo, puede ser realista o no pero el caso es que si no nos gusta algo en el paisaje podemos cambiarlo o no pintarlo directamente. El cine, con sus efectos especiales, hace maravillas y no quiero decir con esto que la fotografía no pueda hacer todas estas cosas, porque todos sabemos que el Photoshop hace milagros, pero yo os hablo de esa fotografía donde se busca el ángulo perfecto, donde se crea el escenario físico porque no queremos trabajar luego con el ordenador, porque buscamos la naturalidad, la realidad… esa es la fotografía de los grandes, la fotografía que sólo entra en Photoshop, como mucho, para retocar los colores o la iluminación, y si no entra, mucho mejor.
Mirad las 50 mejores fotografías de la historia de la humanidad. Todas son de desgracias, algunas muy impactantes. Está claro que son buenas fotografías, impresionantes fotografías tomadas en el momento exacto en el que tenían lugar los acontecimientos históricos que marcarían el curso del devenir de la humanidad. Todas crueles. Obviamente yo no soy quien para juzgarlas, son perfectas en su imperfección y en el dolor que transmiten. Sin embargo, por otro lado, me duele en el alma comprobar cómo los medios de comunicación se hacen eco de este tipo de imágenes que ganan premios pero no de otro tipo de fotografía, mágica por su simplicidad y maravillosa por lo que muestra, perfecta también y tal vez, en ocasiones, demasiado idílica en un mundo en el que realmente no se ven tantas imágenes bonitas porque predomina más la dureza de la vida de nuestra sociedad.
Yo, personalmente, echo de menos esas imágenes porque no son publicitadas igual que aquellas que muestran el horror y la desgracia ajena. Si me pidieran que organizara yo el mundo en este sentido mostraría la crueldad de la vida, sí, y las imágenes que crean historia, pero también enseñaría esa otra historia que a veces no se cuenta donde la imagen es maravillosa, llena de luces y sombras, y nos cuenta la alegría de vivir donde vivimos, sea cual sea ese lugar.