La mayoría de mis amigos siempre se sorprenden cuando les hablo del dinero que consigo ahorrar. Muchos no saben cómo puedo conseguir ahorrar tanto y piensan que tengo un sueldo estratosférico.
Está claro que, a mayor sueldo, mayor ahorro, pero la capacidad de ahorro no tiene por qué ver necesariamente con tus ingresos netos sino con tu capacidad de administrarte y organizarte con tus gastos.
Puede que sea algo que aprendí desde pequeña, y que mi madre me inculcó, pero lo cierto es que hasta hace poco no he empezado a considerar por qué la mayoría de mis amigos encuentran tan difícil ahorrar en estos tiempos.
Cuando era pequeña mi madre me enseñaba su forma de organizarse con el dinero, para ella era algo que tenía que aprender ya desde niña. Ella me hablaba entonces del método de los sobres que era su forma de segmentar sus gastos.
De hecho, este método lo han usado ya nuestros abuelos y lleva vigente desde hace más de un siglo. Concretamente ya desde la Gran Depresión, en la década de los años 30, una época de dificultades económicas.
Bueno, puede que ahora más que sobres recurramos a segmentar nuestro dinero ya sea en una cuenta o en diferentes cuentas bancarias. La clave de este sistema está en segmentar nuestros gastos y pondremos la cantidad necesaria distribuyendo así nuestro dinero. De este modo, sabemos lo que podemos gastar y lo que no. De esta cantidad apartaremos el 10% y no lo tocaremos para ahorrarlo.
Bancos como ING están de lo más actualizados en este sentido, de hecho, es una de las razones que me hizo elegir sus servicios.
Al ahorrar, básicamente lo que hacemos es renunciar a un consumo actual para trasladarlo al futuro, y si además lo invertimos, esperamos que ese dinero trabaje por nosotros y que en el futuro nos pueda proporcionar más bienestar del que podría hacer ahora.
¿Por qué mucha gente no consigue ahorrar?
En primer lugar, debemos de tener muy clara la cantidad justa de ahorro según nuestros ingresos y desarrollar los hábitos de ahorro, y a partir de ahí, podemos ir incrementando a medida que interioricemos estos hábitos.
Ese 10% de nuestros ingresos netos debe ser la cifra de ahorro de referencia. Así, cuanto mayores ingresos, mayor capacidad de ahorro tendremos, ya que los gastos son fijos.
Básicamente, establecemos categorías de gasto recurrentes. Para mí, por ejemplo, están los gastos fijos como el alquiler, los gastos de comida y limpieza. De hecho, siempre que puedo automatizar los pagos lo hago para que todo esté más organizado y resulte mucho más efectivo.
Suelo comprar en Tu Club de Compras, así que también tengo un dinero fijo al mes para gastar aquí. Otras categorías ya de gastos no recurrentes pueden ser viajes, regalos o cenas.
Para hacer una distribución de exactitud matemática tan solo debemos de recordar la fórmula 50-20-30. Una ecuación sencilla, que será nuestra llave de acceso al mundo de los ahorradores.
Es una ecuación bastante intuitiva, digamos que del 100% de nuestro dinero, debemos destinar el 50% a nuestras necesidades básicas, el 30% a caprichos y el 20% al ahorro.
La creadora es Elizabeth Warren, profesora de Harvard que expresó en su libro “All your worth: the Ultimate Lifetime Money Plan”. Donde afirma la importancia de distinguir entre lo necesario y los caprichos.
Almacenar el dinero ahorrado en una cuenta bancaria diferente o tener una cuenta de ahorro puede ayudar mucho a llevarlo a cabo. Lo importante es que sea una cuenta diferente a la que utilizamos día a día.
De ese modo cada mes debemos de ir añadiendo un 10% de nuestro dinero a ahorrar, y veremos al cabo de unos meses el estupendo resultado de nuestro ahorro.