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Los pies y el podólogo

Si hay una parte del cuerpo que solemos olvidar o descuidar son los pies. Nuestras extremidades más castigadas por el día a día, suelen ser objeto de abandono cuando de cuidados específicos se trata. Sin embargo, gracias a los pies, podemos caminar y desplazarnos, mantenernos en pie, saltar correr y, en definitiva, realizar todas las acciones cotidianas. Entonces, ¿por qué no brindamos el cuidado adecuado a esta parte tan esencial de nuestro cuerpo? Solemos cuidar e hidratar nuestras manos, masajearlas y lavarlas con frecuencia, cortar las uñas y prevenir todo tipo de dolencias, ante las cuales, enseguida buscamos ayuda médica y solución. Igualmente hacemos con los brazos y la piel, la cabeza y, en general con todo el cuerpo, olvidando en gran medida a nuestros sacrificados pies.

Quizá no le damos la importancia necesaria porque están ahí abajo y casi siempre van tapados. Salvo en época estival que procuramos ponerlos un poco a tono (en el caso de las mujeres) para lucir unas uñas bonitas. Sin embargo, lo más habitual es no tener demasiada consideración con nuestras extremidades más lejanas. A pesar de que se trata de una parte del cuerpo tan importante como cualquier otra.

Si nos duelen los pies, tal vez acudamos al médico a que nos recete un antiinflamatorio o pensamos que se trata de una lesión, por lo que decidimos acudir al traumatólogo, reumatólogo o fisioterapeuta. Rara vez, se nos pasa por la cabeza acudir al verdadero especialista en pies: el podólogo. Para romper el hielo y acercarnos al mundo de la podología, hemos acudido a la Clínica de Podología Médica y Quirúrgica Oltra, donde hemos conocido todo lo que un podólogo o podóloga, como este caso, puede hacer por nuestros pies. Más allá de limar asperezas y eliminar callos, la consulta del podólogo puede resolver con sus tratamientos numerosas dolencias y además, proporcionar a los pies el aspecto que merecen tener. Sin callosidades, piel escamosa o dolorosos juanetes.

Las lesiones y enfermedades más comunes del pie

Los pies, aunque nos cueste creerlo, requieren de algunas atenciones y cuidados específicos que van a aliviar ciertas molestas que padecemos sin que nos demos cuenta. Esta parte el cuerpo, cuenta con más de cien tendones, treinta y tres articulaciones, veintiséis huesos y diecinueve músculos. Con tanta “pieza” es fácil comprender que se produzcan enfermedades y lesiones de forma habitual, sobre todo, si no le prestamos la atención necesaria.

Algunas de las dolencias más comunes son de sobra conocidas, otras, quizá no tanto. Por lo tanto, vamos a enumerar las que mayor causa de consulta al podólogo representan.

Una de ellas, es los juanetes. Aunque su nombre técnico es Hallux Valgus, nos gusta más su denominación patria. Esta dolencia, consiste en una protuberancia ósea en la articulación de la base del dedo gordo del pie. Se produce a consecuencia de la presión del dedo gordo o la artritis (enfermedad degenerativa de las articulaciones). Se aprecia a simple vista, por tratarse de una masa dura y dolorosa en la articulación del dedo gordo del pie.

La siguiente causa de consulta al podólogo es la presencia de callos y durezas. En este caso, su nombre técnico es más sencillo: hiperqueratosis. Consiste en un engrosamiento de la piel a consecuencia de la fricción o presión a la que se someten y se produce, por lo general, en la planta del pie.

Siguiendo con la lista, encontramos la metatarsalgias, como su nombre indica, se trata de un dolor producido en la zona delantera o región metatarsiana del pie. El dolor que produce sueles ser punzante e intenso, empeorando durante la práctica de deportes de impacto sobre la planta del pie. En los casos más avanzados, puede doler incluso yendo descalzos. Es una dolencia muy común entre los deportistas y se produce a consecuencia de una mala mecánica en la fase de despegue al caminar o correr. En el caso particular de las mujeres, su afectación suele ser debido al uso de calzado inadecuado, en particular el exceso de tacón con poca suela o punta angosta.

Si nos vamos a la parte trasera del pie, la bursitis retrocalcánea, suele ser motivo de consulta al podólogo. Esta inflamación del talón, es causada por una presión o lesión en la bursa o bolsa retrocalcánea. La bursa es un saco lleno de líquido que se encuentra en el talo y ejerce como cojín y lubricante entre tendones y músculos que se deslizan sobre el hueso. Produce inflamación y sensibilidad en la parte posterior de talón y tobillo. El dolor empeora con el uso de zapatos y durante la actividad, mejorando en estado de reposos.

La tendinitis o tendinosis del tendón de Aquiles es otra de las patologías del pie más comunes. En este caso, se produce a causa de la rotura de los tejidos blandos, en y alrededor del citado tendón que se ocupa de conectar los músculos de la pantorrilla con el hueso del talón.

También puede producirse una fascitis plantar. Esta inflamación de la fascia plantar, ligamento ancho y plano que se encuentra en la parte inferior, extendiéndose de la parte delantera del talón hasta la base de los dedos, ayuda que ayuda a mantener el arco del pie. Su síntoma característico es un dolor punzante en el talón que se extiende hasta la planta y aumenta en intensidad cuando se toca o flexiona el pie.

El pie diabético es otra enfermedad que acomete a los pies, cuando los niveles de glucemia en sangre son elevados, provocando daños en los vasos sanguíneos y nervios de las extremidades, concretamente los pies. Los daños provocados a estas estructuras, facilitan la presencia del pie diabético que consiste en heridas producidas por falta de sensibilidad y una mala cicatrización.

A parte de todas estas enfermedades o dolencias, los pies pueden padecer artrosis o lesiones del cartílago, quistes o tumores, espolones del talón, infecciones, pinzamiento de los nervios, artritis reumatoide, verrugas plantares, pie plano, ampollas o rozaduras y sequedad o exceso de transpiración.

Los cuidados necesarios para mantener unos pies sanos

La mayoría de las dolencias citadas, son tratadas por el podólogo que, no en vano, es el especialista en los pies y sus dolencias. Un buen podólogo te dirá que el uso de calzado inadecuado, la edad, estar de pie muchas horas, el sobrepeso, practicar deporte de forma frecuente y la diabetes mellitus tipo dos, aumentan las posibilidades de sufrir problemas en los pies.

Acudir al podólogo en caso de que se produzca la aparición de alguno de estos problemas o enfermedades, es la mejor manera de solucionarlos. Aun así, es conveniente seguir algunos consejos y recomendaciones que los mismos profesionales proporcionan para evitar que se produzcan tales molestias.

En primer lugar, hay que mantener una buena higiene: lavar bien tobillos, plantas, uñas y espacios entre los dedos. Tras el lavado, hay que secar bien los pies para evitar la proliferación de hongos. El exceso de humedad y el calor, unidos a los restos de jabón, son el ecosistema perfecto para que hongos y bacterias, proliferen.

La hidratación de los pies es tan importante como la de las manos. Aplicar una crema hidratante después de realizar la higiene diaria, sobre todo en los talones, evitará la aparición de grietas.

Hacerse masajes para relajar los músculos y articulaciones que forman el pie. Esto puede hacerse en el momento que se aplica la crema hidratante, desde el talón hasta el tobillo e insistiendo en la planta y el empeine.

Cuidar las uñas de los pies es fundamental. Poner especial cuidado al cortarlas para evitar que se encarnen, pues una uña encarnada no es plato de gusto y produce molestias y dolores que pueden llegar a requerir de una cirugía.

Utilizar calcetines de algodón y no de fibras sintéticas para permitir una buena transpiración, combinados con un calzado adecuado. A ser posible flexible, transpirable, con la anchura adecuada y cómodos. Mejor si la planta es acolchada.

Evitar infecciones como hongos o verrugas, de fácil contagio en vestuarios de uso público, piscinas o playas. Para ello, utilizar chanclas o escarpines es la mejor opción. También es prudente evitar compartir herramientas para cortar las uñas.

Muchas de las dolencias que afectan a los pies, suelen tener fácil solución. Sin embargo, en muchas ocasiones recurrir a métodos caseros puede no resultar tan eficaz como acudir al podólogo. Es el caso de hongos, infecciones o lesiones de mayor importancia como el espolón o la fascitis plantar.

El cuidado de los pies debería ser más completo por nuestra parte y de vez en cuando, acudir al podólogo para que los ponga al día. Una consulta preventiva en la que eliminen callosidades y durezas, examinen las uñas y comprueben el estado general de los pies, debería ser tan obligada como acudir al dentista. Los podólogos alivian más molestias de las que nos imaginamos, aunque probablemente, lo asociemos a un cuidado superficial de los pies. Es decir, eliminar callos, juanetes y hongos o uñas encarnadas. Sin embargo, el podólogo es un profesional de salud especializado en esta parte del cuerpo que, en tantas ocasiones, olvidamos.

 

 

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