España es el país adecuado para cultivar productos como la vid, la oliva o el ajo, que dan vida a varios de nuestros mejores productos, como lo son el vino, el aceite o el gazpacho. Nuestro país tiene también platos de una exquisitez suprema, como lo pueden ser la paella o las migas. Si por algo se ha caracterizado España en los últimos tiempos ha sido, precisamente, por esa capacidad que tiene nuestro país para producir alimentos de primera calidad y hacer un menú con ellos.
Pero lo cierto es que, a pesar de estar mencionado casi lo mejor de lo mejor, nos estamos dejando a un producto que es clave en nuestra alimentación y que nunca puede fallar encima de la mesa, con independencia de si estamos organizando una cena especial o una más. Y es que el pan también es un elemento que es indispensable en un menú de gala. Cuando una persona se pregunta qué no puede faltar en su mesa a la hora de comer, piensa de manera automática en el pan. Y es que es normal. Comer sin pan no es igual que hacerlo con él.
En España, ya lo hemos dicho, el pan es un alimento que vale su peso en oro. Por mucho que haya quienes digan que engorda, lo cierto es que siempre engordarán lo mismo 200 gramos de espinacas que 200 gramos de pan. En 2015 España fue, según un artículo publicado por el portal web Pastry Revolution en el mes de febrero de ese año, el país en el que más creció el consumo de pan, algo que sin duda deja en evidencia eso de que a la gente le preocupa lo que engorda el pan. Y es que no siempre eso es así.
El 15 de octubre del año pasado tuvo lugar una celebración cuanto menos curiosa, la del Día Mundial del Pan, momento en el que medios de comunicación como la agencia EFE aprovecharon para mostrar algunos de los datos relativos a este sector. En concreto, según una noticia publicada en dicho medio, cada español consume, de media, algo más de 34 kilos de pan cada año. Una cantidad que, multiplicada por los 46 millones de habitantes que pueblan este país, hace una idea del enorme consumo de este producto que tenemos en España.
Un producto como el pan es toda una institución en España. Lo que viene ocurriendo tradicionalmente es que, al tratarse de un producto normalmente barato, que se usa como complemento de otra comida o como un ingrediente más para confeccionar otros alimentos, es posible que no se le haya valorado como realmente se merece. A pesar de ello, los profesionales de El Moli Pan y Café nos han comentado que sí que es cierto que el consumo viene creciendo en los últimos meses, si bien la demanda elige productos que se encuentran cada vez más diversificados.
La bollería, una hermana pequeña muy apetecible
Los mundos de la panadería y la bollería corren de un modo paralelo. La segunda es, por decirlo de alguna manera, la hermana pequeña de la segunda debido a que no está compuesta por productos que necesitemos comprar a diario, como sí ocurre con las barras de pan. En la mayoría de tiendas y supermercados, las dos secciones ya están unificadas y eso es visible tanto en la colocación dentro de la superficie de venta de la tienda o en los folletos publicitarios.
La bollería es, además, una sección que otorga pingües beneficios a su hermana mayor. La venta de todo tipo de pasteles y bollos funciona a un buen ritmo en las grandes y las pequeñas superficies, y, a juzgar por los precios de los productos de bollería (más caros) y los de panadería (bastante más baratos) puede deducirse que buena parte de los ingresos que obtienen las secciones de panadería y bollería de las tiendas provienen más de la segunda que de la primera.
El pan y los bollos van a seguir siendo parte de nuestra alimentación. Si bien no conviene excedernos con ninguno de ellos (como con cualquier producto alimentario que se precie), la verdad es que constituyen una fuente de energía, de vitalidad y de felicidad para el ser humano. ¿A quién no le gusta algún tipo de pan? ¿Y a quién no se le hace la boca agua al pasar por la sección de bollería en una tienda?