Fisioterapeuta.

¿Por qué acudir al fisio cuando tenemos un esguince?

Cuando tenemos un esguince, tras visitar al traumatólogo, lo siguiente en lo que pensamos es en acudir al fisioterapeuta para recuperarnos. ¿Qué hace este profesional sanitario en estos casos?

Los fisioterapeutas de Clínica Herraiz, una clínica de fisioterapia ubicada en la Manga del Mar Menor (Murcia), especializada en fisioterapia deportiva y geriátrica, nos cuentan que la terapia que pone en marcha el fisio busca reducir el dolor y la inflamación propia del esguince.

Uno de los esguinces más habituales que solemos sufrir es el esguince de tobillo. Un punto delicado del cuerpo en el que se une la pierna con el pie, órgano que soporta todo el peso del cuerpo. Silvia Martínez, enfermera de Barcelona, nos cuenta que el trabajo del fisioterapeuta es clave para evitar que el esguince se haga crónico y que derive en complicaciones más graves, como puede ser una fascitis plantar. Una inflamación del tejido fibroso que conecta el hueso del talón con los huesos de los pies, ocasionando un intenso dolor al apoyar el pie en el suelo o al caminar.

El trabajo del fisioterapeuta también mejora la postura y la marcha. La manera en la que caminamos mientras estamos convalecientes de la dolencia. Algo que va a repercutir de forma decisiva en nuestra recuperación.

La fisioterapia es una disciplina de la salud, de carácter práctico, que busca la recuperación de la movilidad en zonas del cuerpo dañadas. Veamos, en concreto, el papel tan importante que cumple respecto a los esguinces.

¿Qué es un esguince?

Antes de entrar a ver la actividad del fisioterapeuta es necesario que comprendamos qué es un esguince. El esguince no es otra cosa que una torcedura de una articulación, que suele conllevar un estiramiento excesivo del ligamento. Suele ir acompañado de un hematoma e inflamación de la zona dañada que ocasiona un dolor que impide la movilidad del área afectada.

Es parecido a un desgarro muscular, solo que, en este caso, no afecta a los músculos, sino a los ligamentos. Es importante no confundirlo con una luxación. Una lesión más severa que implica el cambio de posición de la articulación y la separación de los huesos.

El esguince es reversible. Con una inmovilización de la articulación, reposo, una comprensión del ligamento, para obligarlo a volver a su posición natural, y un trabajo de rehabilitación, el esguince puede curarse. Volviendo el paciente a recuperar las mismas condiciones físicas que antes de la lesión.

Aunque el esguince no tiene por qué ser una lesión extremadamente grave, sí debemos partir de que es un factor incapacitante. Impide a la persona que lo sufre tener una movilidad normal, mientras la inflamación esté presente. También requiere un control sanitario de su evolución. Un esguince no se cura solo. Durante el periodo de convalecencia, el enfermo deberá ser objeto de revisiones periódicas por parte del equipo sanitario que lleva su caso.

Los esguinces se suelen originar por un movimiento antinatural. Un gesto que ha producido una apertura o cierre excesivo de la articulación, superando el ángulo normal para el que está diseñado. Así, por ejemplo, un esguince de tobillo puede aparecer tras dar un mal paso, al andar, al correr, al aterrizar después de dar un salto o por recibir un golpe en la zona.

Además del esguince de tobillo, también son habituales los esguinces en codo, muñeca, rodilla, pulgar, y menos frecuentes los que aparecen en el cuello, hombro y columna vertebral.

Aunque puede suceder en la vida cotidiana, el esguince es una lesión bastante asociada con la práctica deportiva. Así, por ejemplo, el esguince de codo es frecuente en el tenis, el de hombro en el baloncesto y el de espalda en el rugby y futbol americano.

Los grados de los esguinces.

Todos los esguinces no tienen la misma gravedad. En términos coloquiales podríamos decir que un esguince es leve, grave o muy grave. La revista médica Medline Plus señala que se clasifican en tres grados. Son estos:

  • Esguince Grado I.

Se conoce también como entorsis y consiste en una distensión parcial del ligamento que no incluye rotura, ni separación respecto al hueso. La articulación aparece hinchada y produce un dolor de intensidad variable. Permite ciertos movimientos con la zona afectada, aunque no su movilidad habitual. Por ejemplo, si sufrimos un esguince de tobillo grado I, podríamos poner el pie en el suelo y dar algún que otro paso, pero sin abusar. Esta es una lesión que suele mejorar con ejercicios de estiramiento suave. Siguiendo el tratamiento adecuado, se puede obtener una recuperación total y sin secuelas.

  • Esguince Grado II.

En este caso, los ligamentos se encuentran parcialmente desgarrados. La articulación presenta movimientos anormalmente amplios y produce un dolor intenso, más o menos continuo. Para tratarlo es necesario inmovilizar por completo la zona con medias compresoras o con algún tipo de férula. Su tiempo de recuperación es mayor y puede dejar secuelas leves o moderadas.

  • Esguince Grado III.

Son los esguinces más graves, ya que suelen implicar una rotura del ligamento y un desprendimiento del hueso. En estos casos se suele proceder a realizar pruebas diagnósticas por imagen, como radiografías, para evaluar una posible lesión ósea. También es frecuente recurrir a procedimientos quirúrgicos para restaurar los tejidos rotos. Posteriormente, la zona se inmovilizará y se someterá a un periodo más largo de curación y rehabilitación. Es habitual que estos esguinces dejen secuelas de distinta gravedad, que van desde dolores recurrentes, rigidez o inestabilidad de la articulación.

Cómo actúa el fisioterapeuta.

Una vez determinado el diagnóstico, la revista “65 y más” señala que el fisioterapeuta actúa de cuatro maneras distintas.

Lo más normal es que lo primero que nos recomiende sea reposo. El primero objetivo es bajar la inflamación. Para ello se colocarán apósitos de hielo sobre la articulación y se propondrá mantenerla en alto, por encima de la altura del corazón. Reduciendo de esta manera el flujo sanguíneo. El fisioterapeuta puede decidir, si lo estima oportuno, comprimir la zona con un vendaje neuromuscular.

Cuando ya no exista inflamación, el fisioterapeuta pude proceder a aplicar estiramientos y ejercicios manuales con el objeto de recuperar la articulación. Las articulaciones son como rodamientos mecánicos provistos de tejidos elásticos, como muelles, que permiten que las extremidades regresen a la posición deseada. Es necesario, poco a poco, recuperar el tono adecuado.

Estas técnicas manuales se pueden complementar con terapias alternativas y otras técnicas para aliviar el dolor, favorecer la regeneración de la zona dañada o prevenir posibles complicaciones futuras. Es este sentido, los fisioterapeutas suelen recurrir a sesiones de acupuntura, técnicas de electroterapia, sesiones de ultrasonido, etc.

Por último, el fisioterapeuta prescribirá una serie de ejercicios al paciente para recuperar definitivamente la articulación y prevenir recaídas. Debemos tener en cuenta que un esguince mal curado puede ocasionar complicaciones que pueden llegar a ser de por vida.

No existe un protocolo rígido para los esguinces. Se trata, pues, de un tratamiento personalizado. El fisioterapeuta puede ir variando las técnicas y ejercicios en función de la evolución del paciente. Su trabajo está compenetrado con la supervisión del traumatólogo o del médico de cabecera.

Las ventajas del fisioterapeuta.

La labor, por tanto, del fisioterapeuta para recuperarse de un esguince es fundamental. Estas son algunas de las ventajas que su actuación reporta al paciente.

  1. Reducción del dolor: Los fisioterapeutas utilizan diversas técnicas, como el masaje terapéutico y la terapia manual, para aliviar el dolor asociado con el esguince, facilitando la relajación muscular y la liberación de tensiones.
  2. Mejora de la movilidad: A través de ejercicios específicos y técnicas de estiramiento, la fisioterapia ayuda a restaurar la movilidad normal de la articulación, previniendo la rigidez y la pérdida de rango de movimiento.
  3. Fortalecimiento muscular: Los programas de ejercicios personalizados diseñados por los fisioterapeutas ayudan a fortalecer los músculos que rodean la articulación lesionada, mejorando la estabilidad y reduciendo el riesgo de futuras lesiones.
  4. Ayuda la cicatrización: Mediante el uso de modalidades terapéuticas como la electroterapia y el ultrasonido, la fisioterapia puede acelerar el proceso de cicatrización de los tejidos lesionados, favoreciendo la regeneración y reduciendo el tiempo de recuperación.
  5. Prevención de complicaciones: La supervisión experta de un fisioterapeuta durante el proceso de rehabilitación ayuda a identificar y abordar posibles complicaciones, como la debilidad muscular residual o la inestabilidad articular, minimizando el riesgo de recurrencia de lesiones.
  6. Educación y autocuidado: Los fisioterapeutas proporcionan orientación sobre técnicas de autocuidado, ejercicios de rehabilitación para realizar en casa y consejos para prevenir futuras lesiones, capacitando al paciente para tomar un papel activo en su proceso de recuperación y bienestar a largo plazo.
  7. Reducción del edema: Mediante técnicas de drenaje linfático manual y aplicación de vendajes funcionales, la fisioterapia ayuda a reducir la hinchazón y el edema asociados con los esguinces, facilitando una recuperación más rápida y cómoda.

La fisioterapia incluye una serie de ejercicios que buscan restaurar el equilibrio entre músculos, tendones, huesos y articulaciones que mejoran la movilidad y la salud general del paciente. Su labor es fundamental en la curación de lesiones como los esguinces.

 

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