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Quesos artesanos, lo mejor para tu salud

Hoy en día, cualquier producto puede parecerse a otro gracias a los avances en la industria alimentaria. Con una combinación de colorantes, aromas sintéticos, potenciadores del sabor y conservantes, un queso industrial puede engañar a tus sentidos y hacerte creer que estás comiendo algo tradicional. Y sí, esto ayuda a reducir costes y aumentar las ventas, pero ¿alguna vez te has preguntado si eso es realmente bueno para tu salud?

Es fácil caer en la trampa. Vas al supermercado, eliges un queso pensando que es natural y, cuando lees la etiqueta, descubres una lista interminable de ingredientes con nombres que ni siquiera puedes pronunciar. Muchos de esos productos contienen estabilizantes, conservantes, grasas vegetales y otros aditivos diseñados para abaratar su producción, pero que pueden afectar su calidad nutricional e incluso la forma en que tu cuerpo los asimila.

 

Los aditivos que no te cuentan

Los quesos industriales están llenos de sustancias que no estaban en la receta original del queso tradicional. Por ejemplo, los fosfatos y citratos ayudan a mantener una textura homogénea, pero pueden afectar la absorción de calcio en tu organismo. Luego están los conservantes como el sorbato potásico y el nitrato sódico, que prolongan la vida útil del producto, pero cuyo consumo excesivo puede generar problemas digestivos.

También hay aromas y colorantes artificiales. Un queso madurado de verdad tiene un aroma único gracias al proceso natural de fermentación, pero en la industria se imitan estos olores con químicos para reducir los tiempos de producción. Y lo mismo ocurre con el color: el beta-caroteno sintético se usa para darle ese tono amarillento que asociamos con los quesos curados.

Otro punto importante es la sustitución de la grasa láctea por grasas vegetales hidrogenadas, que pueden alterar la composición del queso para hacerlo más barato y duradero. Sin embargo, estas grasas no tienen el mismo valor nutricional y, en algunos casos, pueden aumentar los niveles de colesterol malo y favorecer enfermedades cardiovasculares. Además, el exceso de aditivos en estos productos puede alterar el equilibrio de la flora intestinal, dificultando la digestión y provocando inflamación abdominal.

Algunos estudios han señalado que el consumo frecuente de alimentos ultraprocesados, como los quesos industriales llenos de aditivos, puede estar relacionado con un mayor riesgo de obesidad y trastornos metabólicos. Aunque un queso barato pueda parecer una opción cómoda, a largo plazo, el abuso de estos ingredientes artificiales puede afectar tu bienestar. Entonces, ¿de verdad merece la pena sacrificar la calidad y tu salud por un precio más bajo?

 

¿Cómo se hace un queso industrial?

El proceso de fabricación de los quesos industriales es muy diferente al de un queso tradicional. Para empezar, la leche utilizada suele ser estandarizada, es decir, se le eliminan grasas y proteínas naturales para luego añadirlas en proporciones controladas. Esto asegura que cada lote de queso tenga siempre el mismo sabor y textura, pero a costa de eliminar la riqueza microbiológica que aporta beneficios a tu salud.

Después, en lugar de permitir que el queso madure de forma natural, se utilizan fermentos seleccionados y cuajos artificiales que aceleran el proceso. Algunas fábricas incluso emplean técnicas como el calentamiento forzado para que el queso parezca más maduro en menos tiempo. Así consiguen un producto homogéneo y rentable, pero sin la complejidad de sabores ni los beneficios nutricionales que ofrece un queso artesanal.

Otra diferencia importante es el uso de leche pasteurizada en la mayoría de los quesos industriales. Aunque la pasteurización elimina bacterias dañinas, también destruye muchas enzimas y microorganismos beneficiosos que ayudan a la digestión y potencian el sabor del queso. Como resultado, los quesos industriales suelen necesitar más aditivos para compensar la pérdida de complejidad en su perfil organoléptico.

Además, al ser producidos en masa, estos quesos no siempre provienen de granjas que cuidan del bienestar animal o del medio ambiente. Muchas veces, la leche se obtiene de explotaciones intensivas donde las ovejas o vacas son tratadas como máquinas de producción, en lugar de permitirles vivir en condiciones naturales y saludables. Estos animales suelen ser alimentados con piensos industriales en lugar de pastos frescos, lo que afecta la calidad de la leche y, en consecuencia, del queso.

Para maximizar la rentabilidad, muchas fábricas añaden ingredientes que mejoran la textura y la conservación del queso, pero que no necesariamente aportan beneficios a tu salud. Algunos de estos compuestos pueden provocar inflamación, afectar la absorción de nutrientes esenciales y alterar el metabolismo de los lípidos. Por eso, aunque un queso industrial pueda parecer una opción más económica y accesible, a largo plazo puede no ser la mejor elección si buscas un producto nutritivo y natural.

 

¿Por qué el queso artesano es diferente?

En ADIANO, por ejemplo, elaboran quesos manchegos de forma tradicional, con leche cruda de oveja manchega y sin atajos industriales. Esto hace una diferencia enorme en términos de sabor, textura y beneficios para la salud.

La leche cruda conserva todas sus bacterias naturales, lo que favorece la digestión y la microbiota intestinal. A diferencia de los quesos industriales, en los que se eliminan microorganismos beneficiosos, un queso artesano es un alimento vivo, lleno de matices y nutrientes. Además, las ovejas de donde proviene la leche se crían en condiciones naturales, lo que influye directamente en la calidad del producto final.

El proceso de maduración también es completamente diferente. En lugar de acelerar artificialmente el envejecimiento del queso, se deja que evolucione a su propio ritmo, lo que permite que desarrolle sus aromas y texturas de forma natural. Sin conservantes, sin estabilizantes, sin añadidos innecesarios. Solo leche, cuajo, fermentos naturales y sal.

El respeto por el tiempo de maduración no solo influye en el sabor, sino también en la cantidad y calidad de los nutrientes presentes en el queso. Durante este proceso, las proteínas se descomponen en péptidos y aminoácidos más fáciles de digerir, lo que hace que los quesos artesanales sean una mejor opción para quienes tienen cierta sensibilidad a los lácteos. Además, la presencia de grasas saludables ayuda a la absorción de vitaminas liposolubles como la A, D, E y K, fundamentales para la salud ósea y el sistema inmunológico.

Otro aspecto fundamental es el tipo de alimentación de los animales. Las ovejas manchegas criadas en pastos naturales producen una leche más rica en ácidos grasos esenciales, antioxidantes y compuestos bioactivos que benefician tu organismo. No es lo mismo un queso elaborado con leche de animales alimentados con piensos industriales que uno que proviene de ovejas que han pastado libremente, aprovechando los recursos naturales del entorno.

¿El resultado? Un queso más rico en proteínas, calcio y fósforo, con grasas saludables que ayudan a absorber mejor las vitaminas esenciales. Además, al no contener aditivos artificiales, es mucho más fácil de digerir y menos propenso a generar intolerancias o molestias digestivas. Y, lo más importante, su sabor es inconfundible: complejo, intenso y con matices que solo pueden lograrse respetando los procesos tradicionales.

 

La Denominación de Origen es la clave de la autenticidad

Cuando compras un queso con Denominación de Origen Protegida (D.O.P), como el queso manchego, tienes la seguridad de que ha sido producido bajo unos estándares estrictos de calidad y tradición. Este sello no es solo un adorno en la etiqueta; es la garantía de que el queso ha sido elaborado con leche de oveja manchega y siguiendo métodos tradicionales que respetan la historia y el saber hacer de los maestros queseros.

¿Por qué es tan importante esto? Porque en el mercado hay muchos productos que intentan hacerse pasar por queso manchego, pero que realmente no tienen nada que ver con él. Sin la D.O.P., podrías estar comprando un queso industrial que imita su aspecto pero que no tiene ni su calidad ni su sabor auténtico.

Además, al elegir quesos con Denominación de Origen, estás apoyando a pequeños productores y ganaderos que trabajan de manera sostenible, cuidando del bienestar animal y del medio ambiente. Es una forma de contribuir a una alimentación más ética y responsable.

 

Un cambio que merece la pena

Optar por quesos artesanos no es solo una cuestión de gusto. Es una decisión que afecta a tu salud y al entorno en el que vives. Está demostrado que los quesos elaborados de forma natural contienen más antioxidantes, probióticos beneficiosos y nutrientes esenciales que los industriales. Esto no solo mejora la digestión y la absorción de minerales, sino que también fortalece el sistema inmunológico y reduce la inflamación en el cuerpo.

Además, al elegir productos artesanos, estás contribuyendo a una producción más respetuosa con el medio ambiente. La ganadería tradicional y sostenible no solo cuida del bienestar animal, sino que también ayuda a conservar los ecosistemas y a reducir el impacto ambiental de la industria alimentaria.

La próxima vez que vayas a comprar queso, párate un momento y piensa en lo que estás eligiendo. No hace falta dejar de comerlo, solo elegir mejor. Busca quesos reales, sin cosas raras, sin tantos aditivos y hechos de forma más natural. Así cuidas tu salud y también el planeta. Hay opciones buenas, ricas y más responsables. A veces solo es cuestión de leer un poco la etiqueta o preguntar de dónde viene. Tu cuerpo lo va a notar, y el medio ambiente también lo agradecerá.

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