Si existen países que hacen del vino una auténtica delicia para los cinco sentidos, esos son España y Francia. Españoles y franceses hacemos de esta bebida un auténtico arte. En nuestro país contamos con regiones cuyo sector vinícola es puntero, como La Rioja o La Mancha. Los galos, por su parte, tienen su más que venerado y respetado Burdeos como principal referencia.
Contar con la presencia de vinos hispanos o galos en una mesa es sinónimo de calidad. El vino es uno de los principales reclamos turísticos de nuestro país y, a tal efecto, hay que saber aprovechar esa situación y esa garantía. De ello dependen las economías de mucha gente y el placer de todos aquellos que encuentran en una copa de vino el acompañante perfecto para una buena comida o aperitivo.
Hace poco más de un año me dedicaba a poner copas en un bar hasta altas horas de la madrugada. La dureza de un trabajo como este, las imposiciones autoritarias e irrespetuosas de mi jefe y el escaso futuro del sector (un sector en el que existe una competencia feroz) me hicieron pensar en abandonar mi trabajo y comenzar a dedicarme a otra cosa.
Quería dedicarme a algo un poco más elegante y encontré en el vino una alternativa perfecta para ello. Pensé que podía montar un bar-restaurante más elegante, en el que también diera comidas y que se caracterizara por tener el mejor vino de todos los pueblos de alrededor. Ganas para sacar adelante un negocio así tenía. Proveedores, también. Conocía a varios empresarios vinícolas de La Mancha y de La Rioja y, además, tenía una familia que poseía viñas en Burdeos. Podría hacer acopio de los mejores vinos de toda Europa con tan solo hacer un par de llamadas. Era una oportunidad pintiparada.
Sin embargo, todavía eran muchas las cosas que necesitaba para convertir ese nuevo bar-restaurante en un proyecto serio. En primer lugar, y si realmente quería apostar por el vino como elemento de referencia, necesitaba hacerme con muchos de los elementos necesarios para que el trato de un producto así en mi negocio fuera exquisito. Necesitaba vinotecas, dispensadores, copas de vino, cubiteras de hielo, sacacorchos… De todo.
La mejor manera de conseguirlo era acudiendo a una entidad que tuviera cierta experiencia y relación con productos asociados al vino. Y una entidad así iba a encontrar en Exportcave, cuyos profesionales podrían suministrarme todos esos accesorios que resultaban clave para realizar mi trabajo con la mayor precisión y elegancia posible. Eran todo ventajas: podría hacerme con unos productos de una gran calidad a un bajo precio y de un solo plumazo.
Una elección sin igual
La verdad es que no hay motivo para arrepentirse de utilizar un servicio como el que proporciona Exportcave. Obtuve todo aquello que me hacía falta con una comodidad absoluta, sin necesidad de esperar demasiado. Obtener aquellos productos era el primer paso para comenzar a dar vida a ese nuevo negocio que tenía en mente, en cuyo desarrollo tenía puestas todas mis esperanzas.
Tardé unos meses más en tenerlo todo listo para comenzar mi nueva actividad. Alquilé un local, contraté a un camarero y así fue como empecé una nueva etapa en mi carrera profesional. Una nueva etapa en la que confiaba plenamente y con la que deseaba poner fin a la esclavitud y a la escasa calidad de vida que me daba el hecho de trabajar sin descanso durante cada madrugada a las órdenes de un hombre autoritario y cuanto menos retrógrado.
Las cosas marchan a la perfección en el nuevo negocio. La gente no ha tardado el valorar la calidad del vino del que dispongo y el trato que le doy gracias a los accesorios escogidos en Exportcave. Tengo una clientela fija bastante considerable y eso, sumado a la buena imagen que el municipio va teniendo de mi negocio, me permite ir saliendo hacia delante. Creo que tengo mucho futuro al frente de un negocio como tal y estoy dispuesto a exprimirme al máximo para conseguirlo.