Cuando compramos una vivienda, una de las primeras dudas que nos asaltan tiene que ver con el seguro del hogar. En España, el 75,4% de los propietarios tiene asegurada su vivienda principal y, es que, aunque no es obligatorio, (a no ser que la casa esté hipotecada), los propietarios debemos tener muy presente que tener contratado un seguro puede ahorrarnos una suma importante de dinero en caso de que tenga lugar algún siniestro en el hogar como una inundación o un incendio. Lo principal es saber qué estás contratando y que con ello cubras tus necesidades, para no pagar de más por coberturas que no vas a usar, ni quedarte corto y arrepentirte una vez lo hayas necesitado.
Como hemos dicho, en principio no es obligatorio tener seguro, pero la nueva Ley de crédito inmobiliario permite a los bancos exigir que la vivienda esté asegurada para otorgar la hipoteca, aunque también les obliga a aceptar pólizas alternativas que presenten los clientes, siempre que éstas cumplan con las condiciones que exige el banco. Más allá de estos requisitos, que habrá que tener en cuenta, ¿en qué debería fijarme para tener un seguro de hogar eficaz?
Muchas compañías de seguros ofrecen los que se conoce como pólizas multirriesgo, cuyo objetivo es cubrir los imprevistos que puedan surgir en nuestra vivienda a través de una cobertura básica que se centra en:
- Daños del continente: se denomina continente a todos los elementos constructivos y estructurales de un edificio o una vivienda, ya sean paredes, techos, suelos, o instalaciones como la calefacción, el agua, o la electricidad, entre otras. Si tienes un seguro de hogar, la aseguradora pagará las reparaciones de los desperfectos producidos por incendio, robo, agua, etc.
- Daños del contenido: asegurar el contenido de un hogar consiste en cubrir los bienes que se encuentran en el interior de una vivienda y que pertenecen al asegurado y a las terceras personas que viven allí de manera habitual. Lo aconsejable es que, en caso de siniestro, indemnicen por el valor de nuevo o de “reposición”, es decir, por lo que costarían esos objetos si tuviéramos que volver a comprarlos. Este tipo de clausulas es importante que no las demos por hecho, y que aparezcan desde el principio.
- Responsabilidad civil (RC): en cualquier tipo de seguro este apartado se encarga de cubrir los daños que el asegurado pueda causar a terceros. Estos daños pueden haber sido ocasionados por la vivienda en sí de manera accidental, por ejemplo, por pérdidas de agua o por los propios habitantes de la casa.
- Defensa jurídica: gracias a esto, el seguro te cubre si tienes que reclamar sobre daños que otros hayan podido causar a tus bienes.
Principales errores que cometemos al contratar el seguro
Después de todo, asegurar una casa es una cuestión muy importante porque podemos decir que dentro de ella está “nuestra vida”. Sin embargo, puede que no pongamos el celo suficiente, ni dediquemos el tiempo necesario en escoger el seguro que más nos conviene y lo hacemos como parte de un trámite más o menos obligatorio. A veces, con la intención de rebajarnos el importe de la póliza, cometemos errores que podemos pagar caro si surge algún imprevisto, por eso es interesante prestar atención a estos puntos antes de contratar nuestro seguro:
Es fundamental detenerse a leer las coberturas que nos ofrece el seguro que tenemos entre manos, ya que no todos cubren la totalidad de siniestros que pueden suceder en una vivienda, o lo hacen con limitaciones dejando sin cubrir algunas partes de la casa. No podemos asumir que nuestro seguro nos cubre cualquier tipo de accidente que nos ocurra en casa, por ello es imprescindible tener claros los términos del contrato. Por ejemplo, es importante que esté expresado claramente que cubre los daños por agua y las inundaciones, ya que no son lo mismo: la rotura de una tubería, filtraciones de agua, que nos dejemos un grifo abierto…todo esto que nada tiene que ver con una inundación, y es bastante más común, debe estar contemplado en la póliza para no estar desprotegidos. Y, al contrario, minimizar los riesgos es otro de los errores más habituales: que ocurra aquello que pensamos que nunca va a ocurrir, pasa y en más ocasiones de las que nos gustaría. Tener claro si la aseguradora nos ha puesto un período de carencia o nuestra póliza tiene exclusiones son otros de los factores que debemos conocer y tener en cuenta antes de firmar.
Si la vivienda está integrada en una comunidad de propietarios, antes de contratar una póliza individual es conveniente consultar la de la comunidad. Podrías valorar ahorrarte dinero en la cobertura del continente si la póliza de la comunidad cubre los daños en todo el edificio y le han asignado un valor correcto. Sin embargo, hay que valorar la cobertura de daños a terceros porque si se produce un accidente y no lo tenemos asegurado la reparación saldrá directamente de nuestro bolsillo.
A la hora de valorar el contenido es importante no hacerlo a la baja, por eso, en ocasiones contar con la ayuda de un asesor externo nos puede ser útil. Tasar bien tus bienes para concretar el capital asegurado y calcular bien el precio de la póliza, nos vendrá bien, ya sea para no quedarnos cortos y lamentarnos en un futuro o para no pasarnos en la cantidad y pagar de más por unos bienes que no lo valen. Además, si eres propietario de obras de arte, joyas u objetos de gran valor, debes declararlos y asegurarlos a parte.
Otro punto a tener en cuenta es revisar la póliza cada dos o tres años, ya que nuestras necesidades pueden haber cambiado y puede que estemos manteniendo algunos términos obsoletos o que debamos incluir bienes, con respecto al contenido, que antes no teníamos.
Debido a la gran oferta de seguros que hay hoy en día, antes de decantarnos simplemente por el más económico y terminar pagando más, deberíamos comparar cual es el que más se adapta a nuestras necesidades y nos ofrece más coberturas, sin letra pequeña. Así podremos estar tranquilos en casa.