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Cómo escoger el calzado de tus hijos

Todos los padres desean lo mejor para sus hijos, darles todo lo que les haga falta y más. Y una de las cosas en las que debemos fijarnos cuando son más pequeños en es el calzado. Cuando los niños están comenzando a dar sus primeros pasos y necesitas comprarles unas botitas, hay que prestar mucha atención a adquirir artículos de calidad, ya que sus pies hay que cuidarlos, porque serán para toda la vida, por eso es clave tener una tienda de referencia donde sepamos seguro que compramos calidad.

Quizás muchos de nosotros nunca nos habíamos planteado lo importante que es la elección de un buen calzado en los primeros años de nuestra vida, pero tenemos que pensar que el pie del niño se está formando y desarrollando en esos años, por lo que hay que cuidarlo.

Un zapato diferente para cada etapa

Durante los primeros meses de vida, con unos calcetines, patucos o una prenda de ropa que lleve incorporada la parte de los pies será suficiente, pues en esta primera etapa con tenerlos abrigados para que no cojan frío es suficiente. Pero cuando empiezan a gatear, lo recomendable es un zapato de bebé con las punteras reforzadas, para prevenir lesiones en los dedos, así como unos calcetines que eviten los resbalones, para que no se caigan.

Al comenzar a dar sus primeros pasos, procuraremos que el calzado sea de un material suave, preferiblemente de piel, para que no le lastime y evitar posibles rozaduras. Asimismo, es clave que sea lo suficientemente elástico para que así el niño pueda flexionar perfectamente el pie al caminar. Esto lo podemos comprobar doblando la parte delantera de la suela.

Asimismo, hay que tener en cuenta que esta suela sea de un material que tenga buena adherencia al suelo, preferiblemente con dibujos, para evitar que el niño resbale y pueda caer, imitando a esos calcetines antideslizantes de los que hablábamos.

Que sea ancho y cómodo es también importante para que pueda mover los dedos de los pies, así como que sea lo suficientemente largo para que entre holgado el pie, sin que llegue a tocar nunca la punta del calzado; deben quedar entre uno y un centímetro y medio de distancia entre el dedo gordo del pie y el final del zapato.

Debemos tener en cuenta también que sujete bien el pie sin ser demasiado alto, para dejar libres y con movimiento las articulaciones del tobillo, así como el hecho de que sea fabricado con un material transpirable, para evitar el sudor, que podría provocar infecciones en la piel como hongos.

Como padres, y también para ellos cuando empiezan a manejarse por su cuenta, es clave que el calzado sea cómodo para poder ponérselo y quitárselo fácilmente, pudiendo tener el cierre de velcro, cremallera, cordones, etc. Eso sí, no debe tener ninguna clase de tacón, plantilla, etc., nada que les moleste ni deforme sus pies.

Debemos recordar también que el pie del niño está desarrollándose continuamente, por lo que la numeración de su calzado varía en muy corto espacio de tiempo, así que tenemos que estar atentos a estos cambios y revisar periódicamente si el tamaño del zapato es el ajustado al pie del niño. No debemos nunca aprovechar el calzado de otro niño, ya sean hermanos o primos que nos dejen prendas para heredar, pues la anatomía y fisonomía de cada pie es particular, y cada persona amolda el zapato a su pie.

Y en caso de que el niño se queje de dolor en los pies, se note alguna anormalidad, dificultad para caminar o un desgaste inadecuado del calzado, debemos consultar con el pediatra o con el podólogo especializado. Debemos tener en cuenta que o hace falta llevar un mal calzado, o caminar mal, para que un niño pequeño, e incluso un bebé, tenga un problema en los pies. La podóloga experta de la Clínica Marta García nos ha explicado que hay bebés que no han dado aún ni un solo paso (hablamos de pocos meses de edad e incluso de recién nacidos) a quienes ha tenido que tratar por uñeros, por ejemplo, ya que la propia fisonomía de sus pies y del crecimiento de sus uñas les crean estos problemas.

Este tipo de niños es posible que sufran de uñeros toda la vida, aunque tal y como nos indican, a partir de los 2-3 años de edad, se les pueden poner una especie de guías para ayudar a la uña a crecer de forma correcta (no antes).

Además, si podemos ir a la costa, el caminar descalzo por la arena de la playa, aparte de ser una gran experiencia y descubrimiento para los más pequeños, es muy agradable y la mejor recomendación de los especialistas, ya que fortalece la musculatura del pie. En caso de no poder hacerlo, lo que sí se puede hacer y es muy conveniente es el caminar descalzo por la casa, siempre con calcetines para mantener los pies calientes y protegidos.

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