Todos conocemos casos de personas que han rechazado un ascenso porque el nuevo puesto implicaba hacer viajes en avión, familias que no viajan a depende qué destinos porque hay que volar, o personas que finalmente lo hacen, no sin haber pasado unas semanas de angustia antes y tomando tranquilizantes para poder soportarlo.
Probablemente todos ellos forman parte de ese 29% de la población que sufre aerofobia. Sin embargo, si se deciden firmemente a superarla pasarán a formar parte de ese 98% que la supera.
Aerofobia
Las estadísticas señalan que uno de cada tres pasajeros que sube a un avión tiene miedo a volar. El miedo a volar puede ser una fobia en sí misma, que se basa, sobre todo, en el miedo a sufrir un accidente, un riesgo, que sin embargo es mucho menor que en cualquier otro medio de transporte, como por ejemplo el coche. En ocasiones, este miedo a volar se puede ver agravado por otros componentes como el miedo a permanecer en espacios cerrados (claustrofobia) o el miedo irracional a las alturas (acrofobia).
En cualquier caso, el miedo a coger un avión causa un sufrimiento intenso a quien lo padece, que normalmente se manifiesta en forma de ansiedad, o incluso, en los casos más graves, con ataques de pánico y vómitos, que se producen en el mismo momento en que se va a volar o incluso antes, solo con la idea de hacerlo.
Según los expertos, reconocer el miedo a volar es el primer paso para superarlo. Las compañías aéreas son conscientes de que es un miedo que se puede superar y por eso, son las primeras en ofrecer cursos para vencer la aerofobia.
Estos cursos suelen estar basados en terapias cognitivo-conductuales, que se basan en vencer las fobias de los viajeros a través de los conocimientos apropiados y la gestión de la ansiedad. La falta de información y las falsas creencias del funcionamiento de los aviones y su seguridad, es en muchas ocasiones lo que provoca ese miedo a volar. Por eso, en la parte cognitiva de la terapia, además de ofrecernos datos reales sobre el funcionamiento y el mantenimiento de los aviones, enseñan cómo se controla el espacio aéreo, y más importante enseñan qué es el miedo, por qué se produce, qué lo dispara…En la parte conductual se enseñan técnicas de respiración y relajación para poder gestionar la ansiedad. El objetivo de la terapia conductista es poder realizar todas estas técnicas, exponiendo a las personas a la causa del problema, por lo que se realizan dentro de un avión, en simuladores de vuelo, e incluso en vuelos de ida y vuelta donde poder poner en práctica todo lo aprendido.
Casi el 100% de las personas que realizan los cursos se “curan”. Pero tienen que poner en práctica lo que aprenden, así como volar siempre que puedan.
¿De dónde viene ese miedo?
A diario vuelan unos 180.000 aviones sobre nuestras cabezas en todo el mundo. Pero la probabilidad de morir en un accidente de avión es mínima, una entre 2,4 millones. En el año 2017, que fue el mejor de la historia mundial de la aviación, solo hubo 10 accidentes mortales en todo el mundo, con un total de 44 víctimas mortales entre pasajeros y tripulación. En cambio, en las carreteras de Europa murieron 26.000 personas.
Y conociendo estos datos, seguimos perdiendo el control cuando tenemos que volar. Estas reacciones tienen su explicación en nuestro cerebro y en la ansiedad que acumula cada persona.
Todos, en el día a día, acumulamos estrés. Y es bueno, es parte de nuestra dotación para sobrevivir, ya que nos ayuda a reaccionar, a tomar decisiones…Sin embargo, mantenido en el tiempo y cuando está injustificado, este estrés puede volverse contra nosotros, desencadenando un miedo irracional o crisis de ansiedad.
El perfil general de las personas que tienen miedo a volar se corresponde con individuos con un nivel cultural medio-alto y con un cociente intelectual superior a la media. Se trata de personas muy controladoras, que poseen una imaginación desbordante que los hace capaces de imaginar la peor de las catástrofes. De ahí que la forma de superarlo se base en convencernos de que el avión es el medio más seguro y en la comprensión de cómo se desencadenan los miedos, para que sean capaces de ponerles freno.
Razones para perder el miedo a volar
Los aviones no se caen, planean. Seguro que todos tenemos en mente imágenes de películas en las que los aviones caen en picado cuando ha habido algún problema y se van a estrellar. Pero en realidad se trata de algo completamente falso que se puede demostrar mediante leyes físicas.
Las turbulencias, que son uno de los mayores miedos y desencadenan la mayoría de ataques de pánico en un avión, no suponen un peligro. Los aviones están preparados para soportar todo tipo de ellas, desde las más leves a las más severas. Las aeronaves disponen de radares meteorológicos que las detectan y, generalmente, se sortean. Si no queda más remedio que atravesarlas, serán siempre ligeras o moderadas, lo que no pone en peligro la seguridad del viaje.
Los aviones ven, aunque nosotros no veamos. Gracias a los sistemas electrónicos de ayuda a la navegación (pantallas, radares e infrarrojos), las aeronaves pueden aterrizar en la pista, aunque la niebla sea espesa.
Lowcost no significa menos seguridad. Siempre que estas compañías vuelen en países del primer mundo, deben responder a las inspecciones del estado por lo que pasan los mismos controles de seguridad.
Hay un equipo de profesionales que garantiza tu vuelo. Igual que los aviones se revisan constantemente, la tripulación también. Los pilotos, por ejemplo, deben pasar cada semestre por controles médicos, así como revisiones que evalúan su estado psicológico. Por otro lado, aunque una aeronave podría ser manejada por un solo piloto, siempre hay un segundo de abordo. Y, por si fuera poco, dos ordenadores que garantizan un adecuado control del aparato.
Cualquier fallo se revisa. Así es como trabajan para poder garantizar la seguridad de este medio: cualquier fallo que se detecte en un avión de cualquier parte del mundo, se investiga, analiza y se mejora el diseño a nivel mundial para evitarlo en el futuro.
El futuro de los viajes en avión
El mundo de la aviación comercial es un mundo en constante evolución. El desarrollo tecnológico ha ayudado a que los viajes sean más cómodos y rápidos, y que se pueda llegar a ciudades muy lejanas en menos tiempo.
En los próximos años se esperan avances importantes en la aviación, que contribuyan al impacto que se genera en el medio ambiente, usando combustibles menos perjudiciales, y pudiendo hacer vuelos más largos sin escalas.
Los cambios que barajan algunas publicaciones y medios tienen que ver con una nueva distribución del espacio, la reducción del tamaño del equipaje de mano, limitar el consumo de bebidas alcohólicas durante el vuelo, servir comida más saludable y ofrecer conexión wifi de alta velocidad. A la vez, se pretende que los vuelos sean más rápidos y sostenibles, a la vez que menos ruidosos.
Hoy en día el avión es el medio de transporte más elegido para los viajes de negocios, ya que optimizan el tiempo y lo han convertido en la solución inteligente para muchas empresas. Esto, además de otros factores socioeconómicos, ha repercutido en el aumento constante de la demanda de vuelos, lo que se traduce, según la empresa Facilitiesairport, expertos en cursos para trabajadores aeroportuarios, en una demanda mayor de personal formado para poder cubrir este aumento de vuelos. Un crecimiento que se sitúa en un aumento de un 3% constante.
Cada vez será más difícil evadir los viajes en avión, ya sean por trabajo o placer, de ahí que la demanda de cursos para superar los miedos relacionados con estos viajes también haya aumentado. Como hemos visto para superar estos miedos no hay que salir de la zona de confort, sino ampliarla. Más allá de la zona de confort está la zona de aprendizaje, donde puedes aplicar e interiorizar lo aprendido. En tu tránsito de una a otra: ¡feliz viaje!