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Anécdotas hoteleras

La estancia en los hoteles suele generar cientos de anécdotas y experiencias muy curiosas. En este apartado podemos incluir lo que los viajeros roban descaradamente o lo que se dejan olvidado en sus habitaciones, pero en esta ocasión se trata de saber cuáles son las cosas que más molestan a los recepcionistas y personal del hotel de sus queridos clientes. Van a ser curiosidades que luego puedes comentar en tu grupo de amigos.

El listillo

En todos los sitios tenemos uno de estos, y por supuesto, en los hoteles no iba a ser menos. El típico que asegura que hizo su reserva con suficiente tiempo, a un precio estupendo, pero no tiene justificante ni recibo y exige que se le respeten las condiciones, o que le den una habitación sí o sí, aunque el hotel esté lleno. Es especialmente complicado cuando además el cliente no habla ninguno de los idiomas en que se expresa el recepcionista. En estos casos lo mejor es llamar al supervisor e invitarle a que abandone nuestro hotel.

El tontito

Esto que te vamos a contar es un caso real sacado del estudio realizado por Jetcost, el buscador líder en comparación de vuelos. Un cliente llamó a la recepción de su hotel en Edimburgo para que le dieran instrucciones sobre cómo salir de su habitación. El recepcionista dijo que solo había una puerta en la habitación y esa era la salida. Sí respondió el cliente– pero tiene colgado un letrero que indica: No molestar. Tremendo.

Tragaldabas

El típico que llena a rebosar el plato en el buffet como si se fuera a acabar toda la comida y luego deja casi todo sin tocar, e incluso vuelve a por más. Complementa este modelo el que se prepara diversos bocadillos para el resto del día o se lleva los tarros de mermelada y miel. O incluso los saleros. En España somos expertos en esto. También existe el caso de las personas que solo tienen media pensión y entran cuando no les corresponde, o que se llevan la botella de agua comprada en el supermercado a la zona de restaurantes de la comida.

Bromistas

Los típicos simpáticos que tienen la gracia…donde acaba la espalda. Por ejemplo ese gracioso que cuelga en el picaporte de la habitación de un amigo o un desconocido una exagerada petición de desayuno al servicio de habitaciones, con frecuencia a una hora muy temprana, que no solo sorprende y molesta al usuario de la habitación víctima de una broma tan graciosa, sino que, además, genera un gasto que tanto el cliente como el hotelero se niegan a asumir. Y es que las bromas no tienen hora.

El sordo

Esa persona que pone el volumen de la televisión o la música pensando que es el único huésped del hotel, o que habla por el móvil como si no tuviera teléfono y lo tenga que hacer a gritos.

Los sucios

Aquellos que utilizan los elementos que proporciona el hotel para cualquier otra cosa: las colchas o las sábanas para limpiar el barro de los zapatos. Y ojo luego no se lleven cosas, ya que cada año se denuncian más casos de robos en hoteles. Aunque no llegamos a los 120 televisores que robó un inglés.

Los ligones

Recepcionistas, camareras, limpiadoras, responsables del servicio de habitaciones…todas son posibles objetivos de estos ligones de playa, que no saben lo que es respetar a una mujer.

Afortunadamente no todos los hoteles son así, al contrario, en otros como por ejemplo Boria BCN sus clientes son exquisitos, como merece el estar en un hotel de cinco estrellas de lo mejor de España. Aquí solo te vas a encontrar a clientes satisfechos.

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